sábado, 25 de julio de 2015

EVANGELIO DEL DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe:
–¿Con qué compraremos panes para que coman éstos ? (lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer).
Felipe le contestó:
–Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro le dijo:
–Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos?
Jesus dijo:
–Decid a la gente que se siente en el suelo.
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron: sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:
–Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
–Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña, él solo.
Palabra del Señor

NUESTRO GRAN PECADO

El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.
Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.
Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.
Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque solo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».
La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese «milagro» de la solidaridad real entre todos?
Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo,«levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.
Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.
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sábado, 18 de julio de 2015

EVANGELIO DEL DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
–Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Palabra del Señor

LA MIRADA DE JESÚS

Marcos describe con todo detalle la situación. Jesús se dirige en barca con sus discípulos hacia un lugar tranquilo y retirado. Quiere escucharles con calma, pues han vuelto cansados de su primera correría evangelizadora y desean compartir su experiencia con el Profeta que los ha enviado. El propósito de Jesús queda frustrado.
La gente descubre su intención y se les adelanta corriendo por la orilla. Cuando lleganal lugar, se encuentran con una multitud venida de todas las aldeas del entorno.
¿Cómo reaccionará Jesús? Marcos describe gráficamente su actuación: los discípulos han de aprender cómo han de tratar a la gente; en las comunidades cristianas se ha de recordar cómo era Jesús con esas  personas perdidas en el anonimato, de las que nadie se preocupa. “Al desembarcar, Jesús vio la multitud, se conmovió porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma”.
Lo primero que destaca el evangelista es la mirada de Jesús. No se irrita porque han interrumpido sus  planes. Los mira detenidamente y se conmueve. Nunca le molesta la gente. Su corazón intuye la  desorientación y el abandono en que se encuentran los campesinos de aquellas aldeas.
En la Iglesia hemos de aprender a mirar a la gente como la miraba Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren muchos y muchas.
La compasión no brota de la atención a las normas oel recuerdo de nuestras obligaciones. Se despierta en nosotros cuando miramos atentamente a los que sufren.
Desde esa mirada Jesús descubre la necesidad más profunda de aquellas gentes: “andan como ovejas sin pastor”. La enseñanza que reciben de los maestros y letrados de la ley no les ofrece el alimento que necesitan. Viven sin que nadie cuide realmente de ellas. No tienen un pastor que las guíe y las defienda. Movido por su compasión, Jesús “se pone a enseñarles con calma”. Sin prisas, se dedica pacientemente a enseñarles la Buena Noticia de Dios y su proyecto humanizador del reino. No lo hace por obligación. No piensa en sí mismo. Les comunica la Palabra de Dios, conmovido por la necesidad que tienen de un pastor. No podemos permanecer indiferentes ante tanta gente que, dentro de nuestras comunidades cristianas, anda buscando un alimento más sólido que el que recibe. No hemos de aceptar como normal la desorientación religiosa dentro de la Iglesia. Hemos de reaccionar de manera lúcida y responsable. No pocos cristianos buscan ser mejor alimentados. Necesitan pastores que les transmitan la enseñanza de Jesús.

domingo, 12 de julio de 2015

MISAS EN EL CONVENTO DE LAS CARMELITAS DE ONTINYENT EL DÍA DEL CARMEN


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Jueves 16, Fiesta de la Virgen del Carmen.

Misas en el Convento de las Carmelitas de Ontinyent.

A las 7'30h, a las 8'30h, a las 11h Misa Solemne, a las 20h


sábado, 11 de julio de 2015

Breve explicacion sobre Nuestra Señora del Carmen

Las carmelitas de Ontinyent crean un taller de manualidades en el que realizan bolsos de playa y mochilas


Además de delantales y cojines, con el fin de “aportar fondos a la comunidad”

VALENCIA, 11 JUL. (AVAN).- Las religiosas carmelitas de la Antigua Observancia del monasterio “La Purísima Sangre”, en la localidad valenciana de Ontinyent, han creado un taller de manualidades, para aportar fondos a la comunidad de religiosas, en el que confeccionan, con telas y pinturas lavables, bolsos de playa, mochilas infantiles y juveniles, delantales de cocinas, así como cojines y bolsitas aromáticas y fundas de abanico y para lápices, entre otros artículos.

Del taller se encargan cinco religiosas que reciben los encargos desde parroquias de Ontinyent pero, fundamentalmente, “de numerosos particulares”, y dedican varias horas al día a labores artesanales, sin dejar de “cultivar junto con la comunidad el silencio, la oración y llevar, en definitiva, una vida contemplativa, siguiendo su carisma”, según han indicado hoy a la agencia AVAN fuentes de la comunidad de religiosas.

Así, en el taller son diseñadas y elaboradas las bolsas de tela, “de colores y estampadas”, sobre las que pintan dibujos o iniciales de nombres.

Detalles para bautizos, primeras Comuniones y bodas, todos ellos “de bajo coste”

En el caso de los bolsos de playa, el interior está forrado de plástico,; y en el caso de las bolsitas para armarios de ropa y para cajones, son rellenadas con hierbas aromáticas. Precisamente, las “bolsitas aromáticas nos las solicitan mucho para entregar como detalle y obsequio para las bodas” han precisado.

Por su parte, las bolsas para las meriendas de los niños cuentan con dibujos infantiles, “como conejitos u otros animales”, han añadido. Igualmente, pintan pañuelos con letras.

En el taller participan actualmente cinco de las once religiosas que forman parte de la comunidad del monasterio de Ontinyent, “que tradicionalmente siempre han dedicado una parte del día a labores de bordado, aunque ahora se encuentre más en desuso”.

Asimismo, las religiosas compaginan su vida contemplativa y su trabajo de confección con clases de teología y música. Todas se levantan a las cinco y media de la mañana y aseguran que “con organización hay tiempo para todo”, han añadido.

En la actualidad, la orden de las Carmelitas de la Antigua Observancia, rama originaria de la Orden de los Carmelitas, cuenta en la diócesis de Valencia con los monasterios de la Encarnación del Verbo Divino, en la calle Balmes de la capital valenciana, y la Purísima Sangre en la localidad de Ontinyent, que acoge actualmente a un total de 11 religiosas. (AVAN)

viernes, 10 de julio de 2015

EVANGELIO DEL DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
–Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor
 
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PARA UN EXAMEN COLECTIVO

Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.
En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.
Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobres las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.
Llevarán solo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Solo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.
No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.
Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.
¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?

jueves, 9 de julio de 2015

Una religiosa profesa sus votos solemnes en el convento de carmelitas de Ontinyent





VALENCIA, 9 JUL. (AVAN).- La religiosa venezolana Lory María de la Santísima Trinidad Jiménez Gutiérrez, de 46 años de edad, ha profesado sus votos solemnes de castidad, pobreza y obediencia en el monasterio de la Purísima Sangre de la localidad de Ontinyent, regido por la orden de las Carmelitas de la Antigua Observancia.

En la ceremonia, que fue presidida por el párroco de la Asunción de Nuestra Señora, Melchor Seguí Sarrió y concelebrada por el vicario episcopal José María Payá Matáix, entre otros sacerdotes, acompañaron a la religiosa su madre y la hermana menor “que vinieron expresamente desde Venezuela”, según han indicado hoy a la agencia AVAN fuentes de la orden.

Igualmente, participaron “numerosos miembros del Camino Neocatecumenal de Cádiz y Ceuta, grupo al que ella pertenecía antes de entrar en el convento, así como numerosos vecinos de Ontinyent”, han añadido.

Sor Lory María de la Santísima Trinidad Jiménez Gutiérrez ha profesado sus votos perpetuos después de la profesión de sus primeros votos hace ahora tres años, en el mismo convento, en donde también realizó, previamente, la etapa de postulantado y noviciado.

En su homilía, durante la misa de profesión de votos, el párroco Melchor Seguí señaló que “Dios va haciendo, con cada uno de nosotros, una historia de salvación particular” y “así lo ha ido haciendo a través de la historia personal de nuestra hermana que, desde muy joven, sintió la llamada del Señor, y la continuó escuchando a través de su vida de estudiante, de su trabajo de tantos años al servicio de los enfermos, y de las circunstancias concretas en las que se desenvolvió su vida”.

En la actualidad, la orden de las Carmelitas de la Antigua Observancia cuenta en la diócesis de Valencia con los monasterios de la Encarnación del Verbo Divino, en la calle Balmes de la capital valenciana, y la Purísima Sangre en la localidad de Ontinyent. (AVAN)

(Fotografías: AVAN) 

viernes, 3 de julio de 2015

EVANGELIO DEL DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO


Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
–¿De dónde saca todo eso? ¿Que sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
Jesús les decía:
–No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Palabra del Señor
 
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NO DESPRECIAR AL PROFETA

El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret, acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco lo presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.
Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. Todo lo demás «les resulta escandaloso».
Jesús se siente «despreciado»: los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
Al mismo tiempo, Jesús «se extraña de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: «no pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos».
Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente porquienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos «suyos»?
En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial?
¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje?
¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
¿No tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?
Esta era la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos solo con lo bueno» (1 Tes 5,19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días?

jueves, 2 de julio de 2015

3 DE JULIO SANTO TOMÁS APÓSTOL

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SEÑOR: AUMÉNTANOS LA FE


Tomás significa "gemelo"
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
carrying_cross1.JPG (26515 bytes)Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
Lastsup2.gif (20186 bytes)La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.Admirable respuesta:Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Santo Tomás ApóstolDice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".

miércoles, 1 de julio de 2015

1 DE JULIO FIESTA DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE



El Misal Romano de 1962 celebra el 1 de Julio la fiesta de la preciosísima Sangre de Cristo. En algunos lugares y Calendarios particulares que usan el Misal Romano de 1969 (ed. typ. 2004), la fiesta de la preciosísima Sangre de Cristo se celebra todavía el 1 de Julio: en ella se recuerdan los títulos del Redentor (Cf. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n. 177).
Preciosísima Sangre

En el pasado el primer domingo de julio se caracterizaba por la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo. Algunos de mis venerados predecesores del siglo pasado la confirmaron, y el beato Juan XXIII, con la carta apostólica Inde a primis (30 de junio de 1960), explicó su significado y aprobó sus letanías. El tema de la sangre, unido al del Cordero pascual, es de primaria importancia en la Sagrada Escritura. En el Antiguo Testamento, la aspersión con la sangre de los animales sacrificados representaba y establecía la alianza entre Dios y el pueblo, como se lee en el libro del Éxodo: «Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: “Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con vosotros, según todas estas palabras”» (Ex 24, 8).

A esta fórmula se remite explícitamente Jesús en la última Cena cuando, ofreciendo el cáliz a los discípulos, dice: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados» (Mt 26, 28). Y efectivamente, desde la flagelación hasta que le traspasaron el costado después de su muerte en la cruz, Cristo derramó toda su sangre, como verdadero Cordero inmolado para la redención universal. El valor salvífico de su sangre se afirma expresamente en muchos pasajes del Nuevo Testamento. Basta citar, en este Año sacerdotal, la bella expresión de la carta a los Hebreos: «Cristo... penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de novillos y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!» (Hb 9, 11-14).

Queridos hermanos, está escrito en el Génesis que la sangre de Abel, asesinado por su hermano Caín, clama a Dios desde la tierra (cf. Gn 4, 10). Y lamentablemente, hoy como ayer, este grito no cesa, porque sigue corriendo sangre humana a causa de la violencia, de la injusticia y del odio. ¿Cuándo aprenderán los hombres que la vida es sagrada y pertenece sólo a Dios? ¿Cuándo entenderán que todos somos hermanos? Al grito por la sangre derramada, que se eleva desde tantas partes de la tierra, Dios responde con la sangre de su Hijo, que entregó su vida por nosotros. Cristo no respondió al mal con el mal, sino con el bien, con su amor infinito. La sangre de Cristo es prenda del amor fiel de Dios a la humanidad. Contemplando las llagas del Crucificado, cada hombre, incluso en condiciones de extrema miseria moral, puede decir: Dios no me ha abandonado, me ama, ha dado la vida por mí; y así volver a tener esperanza. Que la Virgen María, quien al pie de la cruz, junto al apóstol san Juan, recogió el testamento de la sangre de Jesús, nos ayude a redescubrir la inestimable riqueza de esta gracia y a sentir por ella gratitud íntima y perenne.